El optimismo y el reciclaje de sueños
Cómete el mundo
¿No hay días en los que te despiertas y te quieres comer el mundo?
Esos son los mejores días. Cuando te sientes imparable. Cuando sientes que cualquier cosa que te propongas te va a salir. Y te va a salir bien.
Es en esos momentos cuando debes tomar una decisión e ir a por todas.
Las posibilidades de éxito (o fracaso) están, desde mi punto de vista, estrechamente ligadas al optimismo con el que se afrontan las situaciones.
Todo está en tu cabeza.
Si te crees un superhéroe o una superheroína, actuarás como tal. Es todo cuestión de enfoque.
De perspectiva. De eso se trata. De perspectiva.
De coraje. De eso se trata. De coraje.
De optimismo. De eso se trata. De optimismo.
Los obstáculos cotidianos de la vida siempre van a estar ahí y no debemos hacer mayor drama. De hecho, en un ejercicio de retrospección a posteriori, son los obstáculos encontrados en el camino los que determinarán el grado de grandeza de nuestros logros. Si la empresa en la que decides embarcarte es un camino de rosas, es muy probable que consigas resultados mediocres.
Cuidado que con esto no estoy diciendo que debamos sufrir incondicionalmente para conseguir grandes objetivos. Sino, más bien, que ese esfuerzo extra que supone superar dificultades, otorgará una valía adicional a nuestros logros.
¿Por qué no soñar? ¿Por qué a medida que nos hacemos mayores se nos van difuminando esos sueños que teníamos cuando éramos niños y niñas? ¿Quién agujerea esa caja de los sueños? ¿Quién nos enseña a enmendar esa caja llena de agujeros? ¿Qué hechos trascendentales marcan el devenir de nuestros sueños?
Seguro que éstas son preguntas que en algún momento se te han planteado en la cabeza. Y si no han hecho acto de presencia nunca antes, yo las dejo planteadas para que busques por ti mismo la respuesta. Con el resto de este artículo, voy a tratar de exponer cómo entiendo yo las respuestas.
Sinceramente creo que, a pesar de la edad, nunca deberíamos dejar de perseguir todo aquello que nos hacía sonreír cuando no levantábamos ni dos palmos del suelo.
¿Dónde está la máquina destruye-sueños?
Párate un minuto a pensar.
De verdad.
Tómate ese minuto, mientras piensas que esa máquina destruye-sueños no es más que algo que existe única y exclusivamente en nuestras cabezas. Que somos los únicos responsables de dejar que, cualesquiera que sean las circunstancias externas o personales, esos sueños se vayan alejando poco a poco de nosotros.
Cambia “destruye” por “recicla”. ¿Qué me dirías si te tratara de convencer de que la máquina destruye-sueños es en realidad la máquina recicla-sueños?
Déjame que te explique.
Vives una vida llena de acontecimientos distintos. Y no te hablo de grandes acontecimientos. Sino de algo tan cotidiano como ir a comprar el pan, prestar atención a una conversación ajena en el tren o hacer cola en la administración de lotería.
Cada día de nuestras vidas estamos expuestos a muchas situaciones. Afortunadamente, tenemos la oportunidad de intercambiar puntos de vista o plantearnos las cosas de diferente manera a como lo hace el resto de personas.
Puede darse el caso que, en uno de esos momentos, tengamos la “revelación” de que lo que pensamos no es lo correcto. Y que lo que siempre hemos tenido como una verdad absoluta y, en cierto modo, casi como un dogma sea, en realidad, sólo un punto de vista.
Efectivamente.
Es sólo tu punto de vista.
Permítete el beneficio de la duda. Abre tu mente y deja cabida a la posibilidad de que tu pensamiento inicial pueda ser modificado.
Reciclado.
Y el cambio comenzará ahí. Con nimiedades de la vida cotidiana.
Sin embargo, permíteme la licencia de denominar a ese cambio, desarrollo.
Y a ese desarrollo, evolución. Pero evolución no en el sentido darwiniano. Sino evolución cognitiva. Desarrollo intelectual. Cambio de mentalidad.
Estos cambios, desarrollos y/o evoluciones tienen que ser parte de tu vida de forma habitual. De hecho, pueden calar tan hondo, que pueden hacer trizas nuestros sueños originales. Pero no hacerlos trizas y hacerlos desaparecer. Sino todo lo contrario. Que esas trizas se conviertan en la materia prima que transforme un sueño en otro.
La máquina recicla-sueños puede resultar una entelequia más bien sacada de la chistera. Pero también lo es la máquina destruye-sueños. La diferencia entre ambas es que esta última nos la han sabido vender mejor.
La clave está en los que queramos creer. En el enfoque anímico y emocional que le queramos dar a la vida.
De optimismo. De eso se trata. De optimismo.