Cuando la grandeza de unos implica el sacrificio de muchos

Dinero. Dinero. Dinero

Publicado el 24-10-2019 por David Rubio Vidal (@davidrv87)

8AM. La alarma. La paras. Otro snooze más. Lo que te hace despertarte no te motiva lo más mínimo. Pero debes hacerlo.

La rueda del engranaje se desplaza un diente más.

La cuerda se tensa. Ya no arrastra en el suelo como lo hacía antes. Ahora está completamente separada de él.

Todavía no ahoga.

Bostezas. Te sientas al filo de la cama. Solo o acompañado, pero te sientas. Ayer ya preparaste lo necesario para tu jornada. O no.

Cual autómata, enfilas el baño para esa micción de la mañana. Te miras al espejo y te ves. Eres tú. Uno de esos muchos. Los que sacan las castañas del fuego. Los que hacen el trabajo sucio.

Desayunas. O no. Eliges una. Si no, te preparas para salir. Si sí, te preparas un poco más tarde para salir. Para salir. Realmente no importa lo que elijas. Lo vas a tener que hacer igualmente. Idiota. ¿En qué mundo crees que vives?

Libre albedrío… O eso dicen. Que existe. O no. ¿Qué más da? Si lo tienes que hacer igualmente. Idiota.

Muchos haciendo lo mismo. 8:47AM. “Si salgo ahora solo llegaré 5 minutos tarde“.

Todos en estampida. Las ovejas del rebaño diario. Tacones y corbatas. Chaquetas y maletines. O mochilas y deportivas.

¿Qué importa?

Todos vais a lo mismo.

Defínelo.

Inercia social.

¿Alguien se mira a la cara? Nadie. ¿Con cuánta gente te has cruzado? Mucha. ¿Te importan sus vidas? Nada.

Quieres llegar.

9:07AM.

Lo mismo de nuevo. La escena de hace 24 horas se vuelve a repetir. ¿Es posible? Pues claro, idiota. ¿No ves que vives atrapado? No ves que vives atrapado. O sí.

Ahí está el de siempre. Toca saludar y hacer el papel. Tú solo quieres hundirte en tu pantalla y en tu teclado. Te sigue importando una mierda lo que hizo anoche.

Jiji. Jaja.

Trabaja, imbécil. Que es para lo que te pagan.

Por fin te dejan en paz.

Contraseña. Chequeo rápido. Lo mismo de ayer. Correo. Chat.

Te estiras.

Ya recuerdas dónde te quedaste.

Si tuviera dinero…“ Obnubilado, te lo imaginas. En ese mundo, que solo existe en tu cabeza, todo es sencillo. Porque tienes dinero.

Dinero. Dinero. Dinero.

Te he mandado el correo que me pediste ayer“.

Despiertas y vuelves a la realidad.

Dinero. No, no tienes todo el dinero que te hace falta hasta que… bueno, hasta que te haga falta el dinero.

Recuerda el engranaje de antes. La maquinaria no se detiene. Todo está perfectamente engrasado para que siga funcionando.

Y tú, cual ludópata, no consigues dejar de participar. Y, ¿sabes qué? La banca siempre gana. Porque el juego está hecho para la grandeza de unos pocos.

5:30PM. Hora de salir.

¿Qué has hecho hoy? Y qué más dará. Mañana tienes que volver.

¡Te equivocas!“. “¿Me equivoco?“ Hoy es viernes y este fin de semana va a ser épico.

Tranquilo, imbécil. Ya volverás el lunes.

Fin de semana.

Fin del fin de semana.

Por mucho que quieras escapar, la rueda del engranaje sigue girando.

Mientras tanto, nuestras cabezas siguen pensando que la posibilidad de salir del sistema está ahí. Que controlas y que eres dueño de tu propia vida. Podrás serlo, sí. Innegable. Pero, ¿cuáles son tus opciones cuando está ese algo que lo mueve todo?

¿Que qué es ese algo?

Déjame darte una pista.

Dinero. Dinero. Dinero.

Solo la locura de un genio o la genialidad de un loco te permitirá escapar.

Locura. Genio.

Genialidad. Loco.

Salte del molde. No respetes las normas. O te aplastarán como en el juego ese en el que debes hacer desaparecer a los animales golpeándolos con una maza.

Salte del molde. No respetes las normas. Al menos, hazlo en tu cabeza.

Piensa diferente. Actúa diferente.

Destensa la cuerda y no dejes que te ahogue.

Esto es como los libros de “Elige tu propia aventura“. Por desgracia, una de las opciones es siempre volver al inicio de este post.

Muchos lo hacen. Pocos lo ignoran.

Muchos se resignan y lo aceptan. Pero hay algo más allá.

Somos los que decidimos ser. Elegimos lo que decidimos ser. Decidimos lo que queremos elegir.

Sé. Elige. Decide.

Elige. Decide. Sé.

Decide. Sé. Elige.

Combínalas como quieras. Son tuyas para que hagas con ellas lo que te parezca más oportuno en cada momento.

No dejes que te manejen a su antojo. No formes parte de ese sacrificio de muchos para el beneficio de unos pocos.

La idea capitalista crea una falsa sensación de bienestar, donde somos recompensados con el incremento regular de tu capital. Vamos, con tu sueldo.

Pero sumas una vez. Y, ¿cuántas veces restas?

Yo te lo digo: todas menos una.

Y por todas las que restas, unos pocos suman. Y para la que tú sumas, otros pocos ya han sumado antes.

Es lo que tiene vivir en una sociedad de consumo y trabajar para otros, respectivamente.

¿Cuándo ganas tú? Te dejo que me lo digas tú a mí. Pero recuerda que puedes romper las normas.

Esa inercia social.

Aprovecha que eres un ser con capacidad de decisión y mueve las piezas de tu jugada de la mejor manera posible.

Sé un loco.

Sé un genio.

Pero sé por ti mismo.


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